Es endémica en Norteamérica, Europa y Asia. Siendo los huéspedes
reservorios roedores y conejos diversos, y vectores frecuentes las
garrapatas y ciertas moscas hematófagas.
Agente infeccioso
La bacteria responsable de la infección, Francisella tularensis, es
un cocobacilo gramnegativo, resistente al frío e incluso a la
congelación, y notablemente resistente a la lejía, pero sensible a
los desinfectantes comunes. Es una bacteria muy infecciosa, es
decir, se necesita muy poca cantidad (de individuos) para que
arranque una infección.
Hay dos variedades, distintas por sus características de cultivo y
también por su virulencia. F. t. tularensis, que es propia de
Norteamérica, es la más virulenta para las personas; en Asia y
Europa se presenta la variedad F. t. palaeartica, menos virulenta.
Transmisión
La transmisión puede ocurrir de muchas maneras:
* Por contacto físico con el cuerpo infectado de animales, sobre
todo a través de heridas y mucosas. Ésta es la única forma frecuente
de transmisión de la variante propia de Europa y Asia. Cazadores,
carniceros, granjeros y peleteros, guardas rurales y, en general,
personas que frecuentan el campo son las que con mayor probabilidad
pueden infectarse.
* Picadura por diversos artrópodos. Los vectores primarios son sobre
todo garrapatas y tábanos, pero puede transmitirla una amplia
variedad de animales.
* Por agua contaminada con la bacteria. Se estima que en
Norteamérica una fracción significativa de las transmisiones (5-10%)
se produce de esta manera.
* Por inhalación. Hay que tomar precauciones con el polvo que
levantan las labores agrícolas y las obras públicas.
No se transmite por contagio directo, es decir, por contacto con una
persona enferma o portadora. No es necesario aislar a los enfermos
de tularemia.
Las personas que saben que han estado expuestas a la bacteria, por
ejemplo inhalando polvo donde hay animales muertos por la
enfermedad, deben comunicarlo al médico, que probablemente
decretará un tratamiento preventivo con antibióticos. El simple
contacto con enfermos no es causa de contagio, así que no es
necesario un tratamiento preventivo si ésta es la única causa
conocida de riesgo.
La persistencia en el ambiente puede ser de varias semanas, durante
las cuales, después de una epidemia, deben mantenerse la vigilancia
y las precauciones.
Manifestaciones clínicas
Se han descrito seis formas clínicas:
* Glandular
* Ulceroglandular
* Oculoglandular
* Orofaríngea
* Tifoidea
* Neumonía
La incubación puede durar de 1 a 14 días, siendo 3-5 lo más
frecuente. La
enfermedad, si no se trata, dura entre 3 y 6 semanas.
Entre los síntomas generales se incluyen:
* fiebre súbita
* escalofrío
* dolores de cabeza
* diarrea
* dolores musculares
* dolor en las articulaciones
* tos seca
* debilidad progresiva
Otros síntomas de la
tularemia dependen de la manera como la persona entró en
contacto con la bacteria de la
tularemia. Se producen úlceras en el foco infeccioso cuando la
infección es por contacto, dolor e inflamación de las ganglios
linfáticos, dolor e inflamación de los ojos y dolor de garganta.
Las personas también pueden contraer neumonía, cuando el contagio es
por inhalación, lo que no es frecuente, y presentar dolor en el
pecho, esputo sangriento, así como dificultades para respirar.
Tratamiento
El antibiótico de elección es la estreptomicina - También puede ser
tratada con quinolonas, gentamicina, tetraciclinas o cloranfenicol.
Las personas que han quedado expuestas a la bacteria de la
tularemia deben recibir atención médica tan pronto como sea
posible. La enfermedad puede llegar a ser mortal, pero se trata
adecuadamente con antibióticos. Se trata de una infección aguda,
pero también puede cronificarse. No es necesario el aislamiento.
Se investiga desde hace tiempo en vacunas para la
tularemia, pero no han pasado de la fase experimental.
Fuente
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