La prevalencia de la infección por el
virus de la
hepatitis B varía en forma importante en diferentes partes del
mundo. Las tasas más altas de infección se encuentran en el sudeste
asiático, China y el sur de Africa.
La mayoría de las personas que
adquieren el virus de la
hepatitis B se recupera sin consecuencias. Esta forma de
infección, que dura menos de 6 meses, se conoce como hepatitis B
aguda. Por el contrario, cuando la infección perdura por más de 6
meses, se conoce como hepatitis B crónica. Aproximadamente el 5% de
los adultos que adquieren la infección desarrollan la forma crónica.
La probabilidad de desarrollar una
hepatitis B crónica depende de la edad y del estado inmunitario
(defensas) del sujeto, siendo mayor cuando se adquiere en la
infancia que cuando se adquiere siendo adulto.
Las manifestaciones clínicas de la
infección por el virus de la
hepatitis B son muy variadas, y es importante recalcar que
frecuentemente esta infección puede no dar ningún síntoma por muchos
años lo cual no significa necesariamente que la infección esté
controlada. El daño que produce el virus de la
hepatitis B en el hígado es también variable y depende de la
capacidad de reparación del hígado y de la capacidad del organismo
de controlar la infección. Las consecuencias más importantes de esta
infección en el largo plazo son el desarrollo de cirrosis hepática y
de carcinoma hepatocelular.
En el último tiempo se han
desarrollado una serie de nuevas alternativas de tratamiento de la
enfermedad. Por otro lado, se cuenta con una vacuna altamente
efectiva y segura para prevenir la infección.
Síntomas de la hepatitis B
Hepatitis B aguda
Los síntomas de la
hepatitis B aguda se presentan después de 1 a 4 meses de la
adquisición del virus. Muchas personas pueden no presentar ningún
síntoma. Entre los síntomas se incluyen:
- Cansancio.
- Disminución del apetito
(anorexia).
- Náuseas.
-
Ictericia o coloración
amarillenta de la piel.
-
Coluria.
- Dolor en la zona superior
derecha del abdomen.
- Dolor o inflamación de las
articulaciones.
Estos síntomas habitualmente
desaparecen en un lapso de 3 meses.
Una proporción muy baja de las
personas con
hepatitis B aguda (0.1 a 0.5%) desarrollan una forma más grave
de la enfermedad caracterizada por falla del hígado (hepatitis
fulminante).
Hepatitis B crónica
La
hepatitis B crónica frecuentemente es asintomática o sólo se
manifiesta por síntomas inespecíficos como cansancio o disminución
del apetito. Ocasionalmente se presentan exacerbaciones de la
actividad inflamatoria del hígado que pueden traducirse en
exacerbaciones de los síntomas. En la medida que la infección
produce un daño mayor en el hígado, pueden manifestarse los síntomas
de la cirrosis hepática.
Un 10 a 20% de los pacientes pueden
tener manifestaciones extra-hepáticas de la enfermedad, más
frecuentemente vasculitis y glomerulonefritis.
Vías de transmisión de la hepatitis
B
El virus de la hepatitis B se
transmite a través del contacto con sangre o fluidos corporales
contaminados. Las vías de transmisión incluyen:
- Relaciones
sexuales: Probablemente la forma
más frecuente de contagio en Chile. La transmisión puede ser
través de relaciones tanto hetero como homosexuales.
- Transfusiones de
sangre: Actualmente es una forma
de transmisión prácticamente inexistente debido a los exámenes
practicados rutinariamente a la sangre que es empleada para
transfusiones.
- Transmisión
perinatal: Consiste en la
transmisión del virus de la hepatitis B de la madre al hijo,
habitualmente cercano al momento del parto. Es una importante
vía de contagio en países de alta prevalencia como China.
- Drogas
inyectables: El uso de jeringas
y/o agujas contaminadas es una importante vía de contagio.
- Tatuajes,
perforaciones o “piercing” realizadas con material no
desechable.
- Contacto cercano:
La infección puede producirse si
sangre de una persona infectada entra en contacto con las
membranas mucosas (ojos, boca, genitales) o con pequeñas heridas
de otra persona. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se comparte
una hoja de afeitar, un cepillo de dientes o un cortaúñas.
- Procedimientos
médicos: El virus de la
hepatitis B puede transmitirse por instrumentos contaminados
durante procedimientos médicos invasivos como cirugías si no se
aplican las precauciones necesarias.
Tratamiento de la hepatitis B
La
hepatitis B aguda no requiere tratamiento específico, ya que el
95% de los adultos se recuperan espontáneamente. Es importante
recordar que los contactos de la persona con hepatitis B aguda deben
ser evaluados y eventualmente vacunados. La hepatitis B aguda es
altamente contagiosa, por lo que deben tomarse las medidas para
evitar su transmisión.
Las personas que desarrollan
hepatitis B crónica deben ser evaluadas por un médico con
experiencia en el manejo de esta enfermedad (gastroenterólogo o
hepatólogo). Las decisiones de tratamiento son individualizadas. El
objetivo del tratamiento es mantener controlada la replicación del
virus para evitar el daño progresivo del hígado.
Medidas generales:
Los pacientes con
hepatitis B crónica deben recibir la vacuna contra la hepatitis
A si no son inmunes. Se recomienda evitar el consumo de alcohol y de
medicamentos que no sean claramente necesarios. El sobrepeso y la
obesidad pueden ser factores que contribuyan a dañar el hígado (ver
dieta) causando hígado graso. En los pacientes con cirrosis
habitualmente se recomienda una ecografía abdominal y medir niveles
de alfafetoproteína cada 6 meses.
Tratamiento antiviral:
Existen al menos 3 opciones de tratamiento para la
hepatitis B crónica de primera línea, los que incluyendo el
interferón y los antivirales orales entecavir y tenofovir. La
decisión sobre el momento de iniciar el tratamiento y sobre qué tipo
de medicamento usar debe considerar todos los antecedentes clínicos
y de laboratorio del paciente y habitualmente es una decisión
compartida entre el médico y el paciente. Es muy importante
considerar que el virus de la hepatitis B puede mutar desarrollando
cambios en la estructura de la enzima polimerasa que hacen que los
antivirales orales no sean efectivos (resistencia). Para evitar la
resistencia es indispensable que el paciente tenga una excelente
adherencia al tratamiento.
- Interferón:
El interferón alfa es una sustancia
normalmente producida por las células inmunes del organismo
frente a infecciones, particularmente virales. Este medicamento
se usa en inyecciones subcutáneas (bajo la piel). Actualmente se
prefiere una formulación llamada interferón pegilado o
peginterferón que permite su administración una vez por semana.
La duración del tratamiento es de entre 4 y 12 meses. Es un
tratamiento que puede tener bastantes efectos adversos, pero
tiene la ventaja de que cuando se logra una respuesta, ésta
habitualmente es sostenida en el tiempo. No se debe usar cuando
el paciente tiene una cirrosis descompensada.
- Entecavir:
El entecavir es un potente medicamento
antiviral -análogo de nuclósido- cuyas principales ventajas son
su potente actividad antiviral y bajo desarrollo de resistencia.
Es bien tolerado. Debido a que se ha demostrado que tiene
actividad contra el virus HIV, no debe usarse en personas
co-infectadas con HIV si no están con terapia antiretroviral
(ver co-infección hepatitis B-HIV).
- Tenofovir:
Es un análogo de nucleótido que se
desarrolló inicialmente como un tratamiento contra el virus HIV.
Al igual que el entecavir, es una droga de alta potencia y bajo
potencial de desarrollo de resistencia. Es muy bien tolerado.
- Otros antivirales:
La lamivudina es
un medicamento que se administra oralmente en dosis de 100 mg al
día. Este compuesto inhibe directamente al virus interfiriendo
con los mecanismos de replicación viral. Es un medicamento muy
bien tolerado, casi sin efectos adversos. El inconveniente mayor
de este tratamiento es que requiere ser usado por períodos
largos de tiempo y puede causar la aparición de virus
resistentes (mutación de la región YMDD de la polimerasa), que
se asocian a falta de respuesta al tratamiento. El
adefovir funciona de manera similar a la lamivudina,
inhibiendo la polimerasa viral. Es bien tolerado en general, sin
embargo tiene el potencial de dañar la función renal, por lo que
ésta vigilarse con exámenes periódicos. Su ventaja sobre la
lamivudina es que la posibilidad de generar mutantes resistentes
es mucho menor. La emtricitabina y la
telbivudina son antivirales orales que pueden también
ser utilizados, pero no se consideran como medicamentos de
primera línea cuando se utilizan como monoterapia.
Trasplante hepático:
Es una opción de tratamiento para algunos pacientes cuando se ha
establecido una cirrosis descompensada. El trasplante hepático para
personas con hepatitis B es más complejo que para otras
indicaciones, ya que requiere tratamientos de alto costo para
controlar la replicación del virus luego del trasplante.
Pronóstico de la hepatitis B
La evolución de la enfermedad es
bastante variable. Probablemente hay factores genéticos que se
asocian a la diferente capacidad de mantener la replicación viral
bajo control. La magnitud del daño se asocia también a la edad
(frecuentemente los niños tienen gran replicación viral con poco
daño hepático), el sexo (habitualmente la enfermedad progresa más
rápido en hombres que mujeres), consumo de alcohol y presencia de
otros virus (como virus de hepatitis D y hepatitis C). Fuente
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